viernes, 31 de diciembre de 2010

Lo importante es el 2011



(Artículo publicado en el diario El Telégrafo el 31 de diciembre de 2010)


Ahora lo importante es el 2011. El balance general del 2010 está; será debatido, discutido, algunos trabajos de investigación serán publicados y los analistas políticos se romperán la cabeza intentando explicar por qué no acertaron la mayor parte del año. Lo urgente es trabajar por mejorar los puntos más sensibles de una sociedad hambrienta de desarrollo, deseosa de un 2011 enfocado en ella, no en la liturgia política de los canales de televisión y sus programas de entrevista que no terminan por resolver el problema. Un 2011, no de bonanza, sino de trabajo, de dedicación y esfuerzo, de la construcción de un país equitativo, justo, libre y autocrítico. Una construcción que no puede venir únicamente desde el Gobierno, o desde los empresarios, o desde los medios de comunicación; una construcción que debe venir desde lo personal, desde una mentalidad alejada del derrotismo, desde una convicción inmutable de superación. 

Sin duda que el 2011 tiene que velar por la seguridad. Una política de seguridad que debe ser integral. Un reto para el nuevo ministro cuya meta debe ser la reestructuración del modus operandi de la Policía. Buscamos una Policía activa, que actúe de oficio; no únicamente una Policía armada. Que no sea necesario llegar penando por el robo del vehículo, del celular, del ataque con arma blanca, del secuestro exprés de un familiar a la Policía judicial para que los efectivos tengan la gentileza de tomarle los datos a uno y que, considerando su famosa cordialidad, concluyan: “Agradezca que no lo mataron”. Un cuerpo policial que sepa aprovechar su entorno científico-académico: que existan más policías y menos uniformados. Y esto debe ser complementado, no solo con leyes efectivas, sino con jueces diligentes y un sistema carcelario propicio. Resulta imposible solucionar el problema en un año; los cambios estructurales deben ser entendidos como procesos. Pero ciertamente todo largo camino comienza con un pequeño paso. 

 El 2011 tiene que buscar mayor justicia en la distribución. Se han hecho expresas las condenas de los sectores empresariales sobre la situación económica del país. Y, sin embargo, es fácil encontrar manzanas con varios proyectos de construcción de lujo. O fue más que evidente el abarrotamiento de los centros comerciales en Navidad. Incluso se están promulgando aranceles para que se disminuya la compra de vehículos importados y solucionar el tema de tráfico en algunas ciudades. El dinero existe. Cómo llega debe ser motivo de investigación, al igual que lo debe ser la manera en que está siendo distribuida esta riqueza. Debemos ser cautos en la forma en que se crean burbujas locales y aprender a medir el bienestar, no únicamente desde la acumulación de riqueza, sino también desde un desarrollo personal sustentado en educación, en salud, en vivienda, en alimentación, en cultura y en espíritu. 

Se debe más agilidad en lo cotidiano: en el trámite, en la diligencia, en el papeleo. Debe existir una modernización también en el proceso. La burocracia debe sentirse más eficiente, más oficiosa. El oficio no puede seguir siendo una odisea entre ventanillas y servidores públicos mal encarados. No podemos seguir viviendo en el país de las firmas del funcionario que “salió un ratito” y “ya mismo ha de volver de almorzar”. 

Por su parte, la oposición deberá seguir en lo suyo. Es indispensable un contrapeso en la democracia y, para bien o para mal, este seguirá siendo el papel de la oposición. Una oposición que debe pulir sus prácticas viscerales para eventualmente llegar a un proceso político verdadero. 

Con  todo  esto debemos esperar, por sobre todas las cosas, que finalmente Barcelona  pueda  ser campeón. 

¡Feliz año 2011!

miércoles, 22 de diciembre de 2010

El tamborilero que llevo dentro


(Artículo a ser publicado en El Telégrafo el viernes 24 de diciembre de 2010)

No necesitamos amotinarnos sobre el último vestigio de felicidad fingida de una percha diezmada. No necesitamos hacer largas fila, descocer la billetera, desquiciarnos por lo que creemos indispensable y es solo un capricho pueril. No necesitamos sentarnos en las piernas de Papá Noel, comprar un árbol, abarrotarlo de luces y de paso el resto de la manzana. No necesitamos buscar la perfección en el detalle más lujoso de una opulenta cena navideña. No necesitamos comparar etiquetas, precios, tiendas, pavos, roles de pago. No necesitamos vivir deshechos de mall en mall, de novena en novena, de amigo secreto en amigo secreto, de oferta en oferta, de compromiso en compromiso. No necesitamos llevar ni oro, ni mirra, ni incienso; porque basta llenar un humilde zurrón. No necesitamos llevar ni coronas, ni tronos, ni cetros; porque basta un humilde tambor y una adoración de corazón.
                Es importante recordar que Él no nació en un palacio. Él nació en un pesebre. Él, pudiendo tenerlo todo, prefirió ser nadie. Él vino a servir, no a ser servido. Él se humilló, se desacomodó, nació para morir. ¿Cuántos nacen para morir como Él? ¿Cuántos nacen en el olvido, cuántos nacen de la miseria? Él vino por ellos y por los que los tienen así, por los discriminados y los discriminadores, y por ti y por mí. Y por la misma razón, Él murió. 
                El mejor regalo de la Navidad no se puede encontrar en los pasillos de un supermercado. El mejor regalo de la Navidad no está debajo de un árbol, no está en un Canasta Navideña, no está en el rompope y las botellas que lo sigan, no está en una limosna altiva, no está en la cantidad de novenas a las que asistamos ni en la cantidad de prédicas que escuchemos. Está adentro de nosotros. Está en recordar lo que celebramos. Recordar que Él ve la intención de nuestro corazón y no el tamaño de nuestras dádivas. Recordar el regalo de gracia y de verdad. Recordar el nacimiento del verbo. Recordar que ese verbo es amar.
                Porque Él no sólo debería ser fuente de vida para cristianos, sino también debería ser ejemplo para ateos y agnósticos. Porque fue un pastor baptista quién dijo: “Creo que la verdad desarmada y el amor incondicional tendrán la última palabra en la realidad. Esa es la razón por la cual el derecho, temporalmente derrotado, es más fuerte que el mal triunfante”. Porque esa debe ser la esencia y el espíritu de la Natividad. Porque no podemos contagiarnos por una amnesia materialista ni por un prejuicio radicalizado.
                “Donde está tu corazón, ahí está tu tesoro”, y nuestro tesoro no puede ser la superficialidad, nuestro tesoro no puede ser un canto vacío, nuestro tesoro no puede ser una cuenta bancaria o un puesto de trabajo, nuestro tesoro no puede ser un par de tragos con los amigos, nuestro tesoro no puede ser un rezo, una plegaria, una liturgia, una oración, una bendición que comience en los labios. Nuestro tesoro debe nacer en aquel por el cual estamos reunidos hoy. No debe haber más motivos.
                Que hoy no sea la celebración de un nacimiento. Que hoy sea la celebración de un renacimiento dentro de nosotros. Que hoy nos reconstruyamos desde la humildad del que nace rey sobre paja.  Que hoy entonemos una alabanza que suene como el ronco acento de un viejo tambor, que suene como un canto de amor. Que Dios nos vea gozosos ante Él y sonría. Ropoponpon… ropoponpon…

viernes, 17 de diciembre de 2010

Cogito, ergo Facebook


(Artículo publicado en El Telégrafo el 17 de diciembre de 2010)

Entre los candidatos para ganar el Man of the year de la revista Times estaban, por supuesto, Julian Assange (el George Orwell posmoderno), Lady Gaga, Barack Obama y Sarah Palin (y toda su Tea Party). Ganó el creador del tercer país más poblado del mundo: Marc Zuckerberg. Zuckerberg es el autor de un monstruo social valorado en más de $6 mil millones: Facebook. Fue el encargado de masificar la información, la vida personal; acelerar la vida un poco más, determinar la razón de existir de muchos; reducir el mundo a un comentario de estado, juzgar positivamente todo, sugerir nuestros deseos. Fue el encargado de redefinir los términos de privacidad, los comportamientos sociales, el marketing político, el merchandising. Se transformó de una herramienta de distracción, de dilación inclusive, a un modus vivendi. Ya no pensamos para luego vivir únicamente, ahora pensamos para vivir en Facebook.

Cabe recalcar que la revista Times define el Personaje del Año como una persona que influyó más, para bien o para mal, en los eventos del año. Para bien o para mal. Y esto resulta difícil de ponderar. Al fin, Facebook es únicamente una herramienta, como lo son el e-mail, el chat, Google, Wikipedia, una pistola. El fin de esta herramienta es la conectividad, una interrelación personal y digital de aquellos que no pueden hacerla directa y constantemente. Un espacio abierto para compartir, para proyectarse, no desde el anonimato, sino desde la franqueza inmensurable que viene de lo personal. Al momento de actualizar tu perfil, de colgar una foto, de comentar un estado, el internauta se confronta exclusivamente con la titilante pantalla de su computador. La presión social de pertenecer se dilata con los escandalosos números de amigos: ya perteneces; y la urgencia de preverse, aunque fuera de la manera más trivial, se plausible cuando sabes que pronto tu estado, de todas maneras, cambiará. De alguna manera, Facebook nos ha llevado a trivializar nuestras emociones. No existe mayor sentimiento que el “Me gusta”, ni mejor representación de tus convicciones que “X te sugiere que te guste…”.

No soy un aberrado tecnológico ni escapo de mi propia crítica. Yo también tengo una cuenta de Facebook. Al igual que mi esposa, todos mis amigos (los 283 que contabilizó Facebook), y otras 550 millones de personas en el mundo. Yo también he comentado una foto y otorgado el eventual “Me gusta”. Pero mis estados de ánimo no giran alrededor de una pantalla blanca y azul. Mis vivencias no son constante y perpetuamente catalogadas en mi muro. No así las vivencias de muchas personas que conozco. El otro día, en un aula, una compañera se pasó una hora y media (de clase) navegando exclusivamente por su Facebook. Y si no es a través de las computadoras, su BlackBerry servirá para el mismo propósito. Tantos comentarios sobre la vida, tan pocas vivencias. Me pregunto de dónde salen tantas experiencias cuando la mayor parte de su tiempo la dedica precisamente al Facebook. Y este parece ser el nuevo modus operandi de muchas personas.

El anonimato se ha perdido. Los voyeurs digitales, las personalidades múltiples, la personificación de lo que quisiéramos ser se han perdido. También nuestra privacidad. Ahora nos mostramos más reales. Pero nos mostramos también más superficiales, más triviales, más pueriles. La filosofía innata del interactuar humano se ha perdido de a poco. Y se seguirá perdiendo. Muchos de los comentarios sobre la nominación de Zuckerberg eran negativos. ¿Cómo no ganó Assange? Muchos de estos comentarios fueron hechos desde un perfil de Facebook.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Goodbye, Lennon


(Artículo publicado en El Telégrafo el viernes 10 de diciembre de 2010 a razón de los treinta años del asesinato de John Lennon)

Porque el viento sopla alto y vuelan nuestras mentes. Porque imaginaste un mundo mejor. Porque entre charcos de tristeza, olas de felicidad, nos llevaste a un viaje ilimitado como millones de soles a través del universo. Porque fuiste un hombre de ningún lado viviendo en una tierra de ningún lado. Porque nos sacaste a pasear, lejos de ti, en campos donde nada es real, donde filas interminables de fresa no dan paso para perder el tiempo. Porque te dejaste seducir por una chica que tuviste, o debería decir, que te tuvo. Porque recordaste lugares, aquellos que se fueron y aquellos que quedaron, con sus momentos y sus personas. Porque las amaste a todas y porque, a pesar de todos, en tu vida, la amaste (a ella) más.
Porque tuviste que esconder tu amor. ¿Dime por qué lloras? Porque ella dijo que sabía lo que era estar muerta, porque sabías lo que era estar triste, lo que nunca fue nacer. Porque viviste el día de tu vida con una pequeña ayuda de tus amigos. Porque todo lo hiciste para el beneficio del Señor K. Porque tomaste una canción triste y la hiciste mejor. Porque ella estaba familiarizada con el sentir del terciopelo y con eso entendiste que la felicidad es una pistola caliente. Porque tu mente fue un constante parpadeo, porque han sido tres semanas, porque tu mente está a punto de estallar; porque estás tan cansado. Porque la mitad de los que dijiste no tenía sentido, pero lo decías de todas maneras para llegar a ella.

Porque la querías, la querías tanto que te volvía loco. Porque cuando para mi mucho de felice corazón, questo obrigado tantamucho que canite carousel. Porque querías que te deje ser su hombre, porque querías sostener su mano. Porque supiste que el amor era más que sostener su mano, si llegabas a enamorarte de ella. Porque estabas enamorado de ella y te sentías bien. Porque la chica que te volvía loco se marchaba, tenía un ticket para irse de viaje y no le importaba. Porque a cualquier hora te podíamos llamar y estarías ahí. Porque cuando eras joven, eras más joven que ahora y no recitabas la ayuda de nadie; porque cambiaste de opinión y decidiste gritar ¡ayuda!

Porque te lo tomaste con calma, porque todos tenían algo que esconder (a excepción de ti y tu mono). Porque tu revolución no la hiciste cargando retratos del presidente Mao. Porque mientras el rey estaba en el jardín recogiendo flores y la reina pintando en el cuarto, tú no hacías más que llorar. Porque te enamoraste por primera vez y no querías que te decepcionen. Porque todo el mundo tuvo un año difícil, porque todo el mundo tuvo buenos momentos, porque todos vimos el Sol. Porque viajaste en uno después del 909. Porque supiste que no era fácil, supiste lo difícil que podía ser; porque de seguir así te iban a crucificar. Porque nos conociste y te conocimos. Porque lo único que nos dijiste fue que seamos libres. Porque nos recordaste que lo único que necesitamos es amor.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Invitación para "Catador de Arenas"

Estimados cibernautas:

Hago extensa la presente invitación a la presentación del libro de Marcelo Baez, "Catador de arenas". Espero que se animen y se hagan presentes en el acto. Ahí nos vemos.

viernes, 3 de diciembre de 2010

WikiLeaks: diplomacia, espionaje y Kintto Lucas


(Artículo publicado en El Telégrafo el 3 de diciembre de 2010)

Resulta difícil imaginar a un diplomático a la  James Bond, especialmente cuando los diplomáticos de carrera llegan a serlo después de como treinta años de servicio. En todo caso serían los Sean Connery de los James Bond, pero si se le ocurriera a Connery hacer las de Bond hoy. Y, sin embargo, el embajador tiene algo de espía y algo de host. Aquellos vistosos cocteles en casas lujosísimas terminan siendo un banquete de chismes, medio beodos, medio jactanciosos, decididamente destinados a ser incluidos en el próximo informe. Nada es gratuito y nada es obviado, la vida del diplomático termina siendo, de las funciones gubernamentales, la más seria. Y, además, no faltan aquellos que lo hagan con un poco de humor. O por lo menos eso es lo que nos dejan entrever los cables filtrados por WikiLeaks.

Los embajadores carentes de diplomacia, como son los autores que ahora pueblan las páginas de wikileaks.org, no se parecen a los diplomáticos políticamente correctos con sonrisas indelebles y esencialmente respetuosos. Los embajadores de wikileaks.org son una genial mezcla entre Graham Greene y Marcel Proust: realistas, provocadores, humorísticos, ingeniosos. ¿Quién podría describir mejor al presidente ruso, Dmitri Medvedev, aquel que “hace las de Robin para el Batman de Putin”? ¿O al presidente Sarkozy como “susceptible y autoritario”? ¿Berlusconi como “irresponsable, vano e ineficaz como un líder europeo moderno? El presidente de Zimbabue es catalogado como “un viejo loco” y hay una interesante acotación sobre la manera en que el presidente de Libia viaja con una “rubia voluptuosa” que se hace pasar por su “enfermera ucraniana”. La mayor exploración literaria está dada por el cable MOSCOW 009533, de agosto 2006, que bajo el título “Boda caucásica” despliega un magnífico reporte acerca del casamiento entre el jefe de una compañía estatal petrolera y un miembro del Duma (parlamento). En este cable encontrarán todo lo que contiene un best seller: alcohol, mujeres, armas y fiestas de tres días de duración.   

Lo que no podemos esperar de los Estados Unidos es mejor diplomacia. Además de lo descrito, los cables también están llenos de soberbia y delirios de grandeza. Lo que probablemente suceda es un hermetismo draconiano por parte de los servicios diplomáticos o más whisky y menos agua en los vasos de los embajadores. Los agregados/ industriales/ asambleístas/ reyes/ etc., mantendrán su distancia, so pena de ser expuestos eventualmente en el ciberespacio. 

Esas vistosas recepciones se convertirán en degustaciones de bocadillos y no los ostentosos centros de espionaje light que fueron hasta el fatídico día en que al señor Julian Assange se le ocurrió hacer pública esa información. Porque, además de las ínfulas de los diplomáticos estadounidenses, los cables no revelan nada nuevo.  Estados Unidos está preocupado de salvaguardar su influencia en el mundo. Me preocuparía si no fuera así. La postura de los Estados Unidos, sus actitudes y sus aspiraciones, son vox pópuli y son, además, consecuentes con sus actos. A menos de que uno de los cables revele que el accidente de Jaime Roldós fue un “accidente”, cualquier información que podamos obtener de estos será una simple confirmación de la manera en que los Estados Unidos nos siguen viendo como su “patio trasero”. El señor Assange, más allá de lo que implore su madre, deberá ser juzgado por un delito mientras nosotros nos seguimos deleitando de su botín. 

Y al vicecanciller Kintto Lucas: Espere a que sus opiniones sean filtradas. Mejor ser conocido como un héroe en WikiLeaks y no como el desautorizado del Presidente.