Una pequeña reflexión sobre la realidad universitaria y la visión política.
La muerte del animal político
Sebastián Vallejo
Hay una tergiversación de la política. Más allá de la politiquería y el circo mediático en que nuestros gobernantes han convertido las instituciones públicas; más allá de los bufones televisados y los entrevistados populares; más allá del chisme y la mala fe, la política como ciencia y destreza; la política como mediación y resolución; la política como ideología y pragmatismo; la política como arte ha perdido aquel valor innato que posee una necesidad humana. La política (la política real, mas no la real politik) es ahora una mezcla perversa entre corrupción y malos hábitos. Ha muerto apedreado el animal político.
Los estudiantes universitarios están más interesados en un mundo marketingerizado y en el Santo Grial del dinero fácil, que en las instancias que gobiernan su país. Ya no existe aquella reverencia de antaño por los cargos públicos (justificado por los personajes que han acompañado a esos curules). ¿Por qué los jóvenes están más seducidos por la Ciencias Empresariales, por la Administración de Empresas, por el Marketing y por la televisión que por las Ciencias Políticas? ¿Será acaso la memoria colectiva de insultos aplaudidos y de vicios masculinos? ¿Serán las tarimas, las camisetas, las casa de caña con paredes pintadas de Vote todo? ¿Serán las coimas, los excesos, el amarre, el nepotismo? ¿O será una vida entera de escuchar que nuestra política es una porquería? ¿Será la comodidad de la crítica sin acción? ¿Será la facilidad de un voto en blanco, de un periódico maldecido y de una vida de espectador? Debemos revivir el animal político, aún más si queremos ser también parte de la solución. Debemos recordar las palabras de John Adams cuando decía: “Yo estudio política […] para que mis hijos tengan la libertad de estudiar matemáticas y filosofía”.
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