La versión recortada de una ensayo bastante extenso. Una defensa a una prensa culpable que debe ser defendida.
¡Libertad, libertad!
Por Sebastián Vallejo
Algunos medios de comunicación dejaron de ser un clamor popular para convertirse en corporaciones con un único fin, el lucro. Por otro lado, los canales públicos son confundidos con canales gubernamentales. Desde sus respectivas trincheras, las labores de crítica y contracrítica de los periodistas y el presidente han sido tajantes y, por lo general, poco fundamentadas. Pero, mientras la prensa libre tiene la facultad de focalizar sus ataques sin infringir ninguna ley, un gobierno no puede pretender acorralar a un oposición y perseguirla. Es acorralar a la sociedad. Una democracia sin oposición es una dictadura. La libertad debe estar por encima de cualquier ideal. La libertad debe ser el ideal. El Estado no puede buscar su estabilidad a costa de la oposición. Debe hacerlo a pesar de la oposición y con la ayuda de la oposición, partícipe fundamental en el debate constante que deben ser la decisiones públicas.
La libertad de prensa no es únicamente un derecho que recae sobre los medios de comunicación, es también un responsabilidad que debe ser aplicados por estos. La libertad de prensa debe ser regulada pero no puede ser restringida. El libertinaje de prensa debe ser castigado dentro de una marco legal que refleje el consenso de una sociedad, una política de Estado, no los antojos de un consejo o del gobernante de turno. Cuando la comunicación se convierte en tergiversación es cuando la esencia de la prensa se pierde, cuando el receptor es afectado, además de estar ultrajado de un derecho poco recordado, el derecho a ser informado, no a la información. Se debe exigir una ética y moral corporativa pero el incumplimiento no puede ser causa del silenciamiento. Parafraseando a G. Orwell, la libertad no es poder decir que dos más dos son cuatro, es poder decir que no lo son.
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