Estimada Sra. Calderón:
Una vez abierto este espacio que me parece necesario y teniendo en cuanta el tiempo que usted se ha tomado, no solo de leer mi artículo, sino también de contestarlo, quisiera responderle de la siguiente manera:
Usted lo que propone en sus artículos es una fórmula ya aplicada, tanto en América Latina, como en el Ecuador. Lo que usted propone es adoptar un modelo que busca centralizar el fin de la actividad económica en el mercado, y no en la persona. Es importar un modelo, como los modelos de industrialización o los modelos liberales, aquellos que tantos “frutos” nos han dado como continente. Usted no busca, ni propone, un “cambio radical”. Lo que usted propone es adoptar medidas que, históricamente, no han terminada de cuajar con al quehacer ecuatoriano. No han llegado a “tropicalizarse”.
Pero más importante es el enfoque que se le da a la economía. La utilidad es un justo reconocimiento al otro “factor” que genera valor agregado. La acumulación de capital per capita no parece ser el interés primero de las empresas, y no tiene porque serlo. Pero es por esta última razón que los intereses “egoístas” de las empresas son llevados al plano inmoral e ilegal. Una estrategia económica como la que usted propone no beneficia al trabajador medio, ni incremente su salario, cuando históricamente, la postura de la industria nacional ha sido buscar las herramientas para aprovecharse del trabajador. No nos engañemos. Su modelo suena estupendo en una economía de mercado (el modelo marxista respondía a una Inglaterra industrializada, no a una Rusia tzarista): no en el corporativismo agresivo en el que nosotros vivimos, como planteo en mi artículo.
En nuestro país, cuando lo “individuos han gozado de mayor libertad”, esa libertad se ha enfocado a grupos determinados. Y sí, se ha generado mayor prosperidad, pero para aquellos individuos determinados. Y las leyes “taxativas” son una reacción a los constantes abusos del sector industrial. Leyes que no son respuestas a una “lucha de clases”, son las válvulas de escape para un sector que, en su generalidad, ha sido abusado. No estamos condenados a una lucha de clase, nos estamos condenando a una lucha de clases.
¿La alternativa? La alternativa, ciertamente, no viene en la ley (aunque buena falta nos hace una ley de competencia). La ley es únicamente útil cuando es interiorizada por la sociedad. No por eso dejaremos de aplicarla: lex dura, set lex. Evadir impuestos es ilegal e ilógico: una buena razón por la cual el empresario puede seguir pagando un sueldo de miseria, es porque sus impuestos están siendo destinados para que el trabajador pueda subsistir mediante educación gratuita, salud gratuita, etc. La alternativa debería venir de una concientización del empresario. Un empresario que deje de ver al trabajador como un factor de la producción y lo comience a ver como un generador de valor, mejor aún, como ser humano. Un empresario que, además de no evadir impuesto, cumple con el marco legal en su totalidad. Un empresario, como aquellos empresarios suizos a los que usted tanto admira, que ponen, por encima de cualquier valor, el de la honestidad y la transparencia. Mientras esto suceda, usted sabrá si sigue justificando la doble contabilidad.
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