Recordando a Columbine
Sebastián Vallejo
Yo nunca he sostenido un arma. Nunca he disparado un arma. No conozco más calibre que las complejidades borgianas de la novela policial. Mi mayor aproximación a una pistola ha sido “Happiness is a warm gun”. Sin embargo, entiendo que el fin último de un arma es hacer daño. No es un fin colateral. Es la razón misma del arma.
Mi auto sí resulta en una herramienta potencialmente mortal. Entonces hay un diagnóstico de idoneidad previo. Hay una escuela donde soy preparado técnica, legal y moralmente para eventualmente ser licenciado por un organismo oficial que hará chequeos permanentes y, muchas veces, a manera de impromptu. La nueva legislación es particularmente severa con aquellos infractores de la ley de tránsito. En especial en aquellas situaciones donde el fin colateral de conducir un auto resulta en la muerte. Leer más...
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