(Artículo publicado en El Telégrafo el viernes 10 de diciembre de 2010 a razón de los treinta años del asesinato de John Lennon)
Porque el viento sopla alto y vuelan nuestras mentes. Porque imaginaste un mundo mejor. Porque entre charcos de tristeza, olas de felicidad, nos llevaste a un viaje ilimitado como millones de soles a través del universo. Porque fuiste un hombre de ningún lado viviendo en una tierra de ningún lado. Porque nos sacaste a pasear, lejos de ti, en campos donde nada es real, donde filas interminables de fresa no dan paso para perder el tiempo. Porque te dejaste seducir por una chica que tuviste, o debería decir, que te tuvo. Porque recordaste lugares, aquellos que se fueron y aquellos que quedaron, con sus momentos y sus personas. Porque las amaste a todas y porque, a pesar de todos, en tu vida, la amaste (a ella) más.
Porque tuviste que esconder tu amor. ¿Dime por qué lloras? Porque ella dijo que sabía lo que era estar muerta, porque sabías lo que era estar triste, lo que nunca fue nacer. Porque viviste el día de tu vida con una pequeña ayuda de tus amigos. Porque todo lo hiciste para el beneficio del Señor K. Porque tomaste una canción triste y la hiciste mejor. Porque ella estaba familiarizada con el sentir del terciopelo y con eso entendiste que la felicidad es una pistola caliente. Porque tu mente fue un constante parpadeo, porque han sido tres semanas, porque tu mente está a punto de estallar; porque estás tan cansado. Porque la mitad de los que dijiste no tenía sentido, pero lo decías de todas maneras para llegar a ella. Porque la querías, la querías tanto que te volvía loco. Porque cuando para mi mucho de felice corazón, questo obrigado tantamucho que canite carousel. Porque querías que te deje ser su hombre, porque querías sostener su mano. Porque supiste que el amor era más que sostener su mano, si llegabas a enamorarte de ella. Porque estabas enamorado de ella y te sentías bien. Porque la chica que te volvía loco se marchaba, tenía un ticket para irse de viaje y no le importaba. Porque a cualquier hora te podíamos llamar y estarías ahí. Porque cuando eras joven, eras más joven que ahora y no recitabas la ayuda de nadie; porque cambiaste de opinión y decidiste gritar ¡ayuda!
Porque te lo tomaste con calma, porque todos tenían algo que esconder (a excepción de ti y tu mono). Porque tu revolución no la hiciste cargando retratos del presidente Mao. Porque mientras el rey estaba en el jardín recogiendo flores y la reina pintando en el cuarto, tú no hacías más que llorar. Porque te enamoraste por primera vez y no querías que te decepcionen. Porque todo el mundo tuvo un año difícil, porque todo el mundo tuvo buenos momentos, porque todos vimos el Sol. Porque viajaste en uno después del 909. Porque supiste que no era fácil, supiste lo difícil que podía ser; porque de seguir así te iban a crucificar. Porque nos conociste y te conocimos. Porque lo único que nos dijiste fue que seamos libres. Porque nos recordaste que lo único que necesitamos es amor.
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