viernes, 3 de diciembre de 2010
WikiLeaks: diplomacia, espionaje y Kintto Lucas
(Artículo publicado en El Telégrafo el 3 de diciembre de 2010)
Resulta difícil imaginar a un diplomático a la James Bond, especialmente cuando los diplomáticos de carrera llegan a serlo después de como treinta años de servicio. En todo caso serían los Sean Connery de los James Bond, pero si se le ocurriera a Connery hacer las de Bond hoy. Y, sin embargo, el embajador tiene algo de espía y algo de host. Aquellos vistosos cocteles en casas lujosísimas terminan siendo un banquete de chismes, medio beodos, medio jactanciosos, decididamente destinados a ser incluidos en el próximo informe. Nada es gratuito y nada es obviado, la vida del diplomático termina siendo, de las funciones gubernamentales, la más seria. Y, además, no faltan aquellos que lo hagan con un poco de humor. O por lo menos eso es lo que nos dejan entrever los cables filtrados por WikiLeaks.
Los embajadores carentes de diplomacia, como son los autores que ahora pueblan las páginas de wikileaks.org, no se parecen a los diplomáticos políticamente correctos con sonrisas indelebles y esencialmente respetuosos. Los embajadores de wikileaks.org son una genial mezcla entre Graham Greene y Marcel Proust: realistas, provocadores, humorísticos, ingeniosos. ¿Quién podría describir mejor al presidente ruso, Dmitri Medvedev, aquel que “hace las de Robin para el Batman de Putin”? ¿O al presidente Sarkozy como “susceptible y autoritario”? ¿Berlusconi como “irresponsable, vano e ineficaz como un líder europeo moderno? El presidente de Zimbabue es catalogado como “un viejo loco” y hay una interesante acotación sobre la manera en que el presidente de Libia viaja con una “rubia voluptuosa” que se hace pasar por su “enfermera ucraniana”. La mayor exploración literaria está dada por el cable MOSCOW 009533, de agosto 2006, que bajo el título “Boda caucásica” despliega un magnífico reporte acerca del casamiento entre el jefe de una compañía estatal petrolera y un miembro del Duma (parlamento). En este cable encontrarán todo lo que contiene un best seller: alcohol, mujeres, armas y fiestas de tres días de duración.
Lo que no podemos esperar de los Estados Unidos es mejor diplomacia. Además de lo descrito, los cables también están llenos de soberbia y delirios de grandeza. Lo que probablemente suceda es un hermetismo draconiano por parte de los servicios diplomáticos o más whisky y menos agua en los vasos de los embajadores. Los agregados/ industriales/ asambleístas/ reyes/ etc., mantendrán su distancia, so pena de ser expuestos eventualmente en el ciberespacio.
Esas vistosas recepciones se convertirán en degustaciones de bocadillos y no los ostentosos centros de espionaje light que fueron hasta el fatídico día en que al señor Julian Assange se le ocurrió hacer pública esa información. Porque, además de las ínfulas de los diplomáticos estadounidenses, los cables no revelan nada nuevo. Estados Unidos está preocupado de salvaguardar su influencia en el mundo. Me preocuparía si no fuera así. La postura de los Estados Unidos, sus actitudes y sus aspiraciones, son vox pópuli y son, además, consecuentes con sus actos. A menos de que uno de los cables revele que el accidente de Jaime Roldós fue un “accidente”, cualquier información que podamos obtener de estos será una simple confirmación de la manera en que los Estados Unidos nos siguen viendo como su “patio trasero”. El señor Assange, más allá de lo que implore su madre, deberá ser juzgado por un delito mientras nosotros nos seguimos deleitando de su botín.
Y al vicecanciller Kintto Lucas: Espere a que sus opiniones sean filtradas. Mejor ser conocido como un héroe en WikiLeaks y no como el desautorizado del Presidente.
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