Por Raúl Allard Neumann
Director Magíster
Relaciones Internacionales
Pontificia Universidad Católica
de Valparaíso
Digamos de partida que Cuba bajo la presidencia de Raúl Castro-y la sombra omnipresente de Fidel-sigue siendo un estado de partido único, no democrático, que no respeta los derechos humanos como los conocemos en la tradición occidental, con una fuerte indefensión del ciudadano frente a un estado poderoso, a pesar de una incipiente sociedad civil y la presencia de la Iglesia.
El absurdo bloqueo de medio siglo de Estados Unidos aparece tanto como freno real a las posibilidades de desarrollo que como disculpa para retardar cambios. Letreros en los caminos-según pude observar recientemente- cuantifican los daños del bloqueo en términos de indicadores sociales.
Junto a la realidad anterior, -y el debate en ciernes sobre un posible alzamiento al estilo egipcio y el antecedente del “maleconazo” de La Habana en 1994-cabe mencionar algunos lineamientos de políticas recientes y su concreción y relación con cambios introducidos en los 90, a sabiendas que los procesos en Cuba en las últimas décadas han tenido siempre su propia dinámica.
En efecto, a partir de la necesidad de suplir ayudas económicas que brindaba la ex URSS y de obtener divisas vía inversiones extranjeras y comercio exterior para requerimientos de combustibles y otros rubros, se ensayaron reformas a partir de 1990.
Entonces se admitió la inversión externa y que los campesinos pudieran vender directamente un porcentaje minoritario de su producción. También se autorizaron “paradores” y “paladares” de pequeño comercio en hotelería y gastronomía, muchos de los cuales fracasaron por falta de recursos financieros o regulaciones excesivas.
Ahora la situación resulta diferente, porque la actividad privada forma parte de una política de Estado que “libera”-por etapas- a 500.000 trabajadores del sector público, lo que debe llevar a ampliar considerablemente las actividades que pueden ser desarrolladas por privados para sus necesidades de supervivencia en medio de la estrechez, lo que ya se comienza a advertir.
Además, está la inversión extranjera, particularmente en turismo en La Habana, Varadero y otros puntos que ha crecido rivalizando con otros destinos caribeños como República Dominicana y Yucatán y Quintana Roo en México. El efecto extensivo del turismo ha repercutido en la renovación del parque de autobuses-particularmente de origen chino-, la capacitación de jóvenes operadores y creación de empleos atractivos, recuperación del patrimonio cultural-que es importante-, infraestructura y otros.
El “Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social” de noviembre del 2010- que se someterá al próximo Congreso del Partido Comunista- reafirma la economía socialista a la vez que llama a “ introducir formas no estatales de gestión en la actividad, en particular, en el caso de la gastronomía”(numeral 287); sostiene que “las empresas como norma no recibirán financiamientos presupuestarios” y tendrán “independencia” para sus plantillas de cargos ( numerales 17 y 22); continúa propiciando “la participación del capital extranjero” y promueve la creación de “Zonas Especiales de Desarrollo”(numerales 89 y 96), instrumento ya utilizado en la apertura China. Postula diversificaciones en los modelos de gestión, “empresas mixtas”, “usufructuarios de tierras”, “trabajadores por cuenta propia” y otras formas que contribuyan “a mejorar la eficiencia del trabajo social”(numeral 2).El objetivo fundamental de la política de turismo “es la captación de divisas frescas” e “incrementar la competitividad de Cuba en los mercados” a partir de la calidad de los servicios y la adecuada “relación calidad/precio”( numerales 235 y 236).
Contemplando este cuadro en el marco de una América Latina más asertiva internacionalmente y aprovechando la presencia de Cuba en ALADI, Grupo de Río y otros foros y acuerdos de cooperación económica con Chile y otros países, podremos observar en el futuro próximo los desarrollos en Cuba con la triple visión del cambio económico, del cambio político y del fortalecimiento ciudadano y de la sociedad civil. Los países sudamericanos en particular-y esquemas como UNASUR –pueden ser actores en un proceso de consultas, evaluaciones y cooperación.
El Sistema Interamericano ya ha levantado sanciones y reiterado las exigencias de la Carta Democrática y Estados Unidos da pequeños pasos en una regularización de relaciones fuertemente influida y complicada por consideraciones de política interna. Por otra parte, la acción de la Unión Europea es perceptible.
Recordemos, además, que las transiciones hacia sociedades más abiertas que se han dado en las últimas décadas en el mundo son muy variadas, con sus propios particularismos y complejidades, actuación de diversos actores y aplicación de distintos métodos, instrumentos, tecnologías y redes sociales. Por naturaleza, carecen de derrotero fijo, sufren altibajos y las presiones y opiniones externas suelen ser muy importantes aunque no determinantes.