viernes, 4 de febrero de 2011

El olvido de los importante

(Artículo publicado en El Telégrafo el 4 de febrero de 2011)


Todo parecería una cacería de brujas. Si estás a favor eres un borrego, si estás en contra necesariamente un pelucón, complementados con los clásicos epítetos cortesía del señor Palacios y los aparecidos de siempre buscando sus quince minutos frente a una cámara. Pero la conciencia política colectiva de aquellos que han sido elegidos o designados para gobernar no parece estar enfocada en la construcción de una institucionalidad imprescindible para el desarrollo estructural del país. Aquellos que hace un par de años criticaban los camisetazos y las prácticas políticas que deterioran el aparato gubernamental son ahora dignos representantes de la disidencia coyuntural y el manejo de intereses personales por encima de los intereses colectivos. La salida de Ruptura de los 25 de la línea gubernista no representa una “duro golpe a Rafael Correa”; Rafael Correa no es el gobierno ni el Estado. El presidente Correa es un representante de una visión de país aprobada legítima y constitucionalmente en las urnas. La salida de Ruptura de los 25 es un duro golpe al establecimiento de una nueva perspectiva del aparato político, una perspectiva alejada de aquella que terminó por quebrantar cualquier intento democrático nacional. 

 ¿Qué sería del Partido Republicano si cada vez que existieran desacuerdos internos la mitad de los representantes se desafiliaran? ¿Qué sería del Partido Demócrata si cada representante votara de acuerdo a su buen parecer y no siguiera los lineamientos partidistas? Ciertamente los Estados Unidos no son un modelo democrático envidiable, pero poseen una estructura institucional que ha permitido mantener una estabilidad política histórica. El representante político, aquel escogido por los votantes en representación de un ideal de partido, debe ser consecuente con quien él está representando. La desafiliación de
“La función representativa debe ir más
allá de estar de acuerdo o no con el Presidente”
Ruptura de los 25 no comprende una traición al presidente Correa, no comprende una traición a Alianza PAIS; comprende una traición a aquellos votantes a quienes están representando. Porque dentro del discurso de los 25 ninguno parece haberse detenido a pensar la razón por la cual están ocupando un lugar en la toma de decisiones. 

Con esto no quiero decir que Ruptura de los 25 debe basarse en la incuestionabilidad del movimiento o el Presidente. Pero la creación de esa “democracia” que ellos defienden tanto no puede venir de los caprichos personales. Deben buscarse los mecanismos para crear democracia dentro del movimiento o partido por el cual fuiste elegido. Y lo mismo con el resto de desertores: los del Partido Social Cristiano, los de la Izquierda Democrática y otros cadáveres. Esta falta de convicción y continuidad es lo que nos hace, como país, comenzar de cero cada cuantas décadas. No creo en perennizar a las personas, pero sí creo en perennizar a las instituciones. La función representativa debe ir más allá de estar de acuerdo o no con el Presidente. Si crear institucionalidad es eso, entonces tengamos 124 independientes en la Asamblea. 

Y a esto, los medios no ayudan. No por satanizar los medios, pero los mismos que alguna vez dedicaron una página entera para detallar las presuntas vinculaciones de Gustavo Larrea con las FARC, ahora le dedican una página entera para mostrarlo como el estandarte de la democracia y el de la oposición a la consulta. ¿A qué jugamos entonces?

Al final del día o eres bueno o eres malo. O eres gubernista o de la oposición. O te llenan de adjetivos porque apoyas al Gobierno o te llenan de adjetivos porque no lo haces. Es un circo, una pantomima con personajes claramente definidos; blancos y negros, sin opción a grises. Entonces la representación se traduce en eso, en dos extremos incompatibles con la política. Las cuestiones de fondo, lo que resulta verdaderamente importante, la esencia misma de una democracia sólida, será, como siempre, plato de segunda mesa. 

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