domingo, 7 de noviembre de 2010

¿Y el candidato Obama? (I)

(Artículo publicado en El Telégrafo el 6 de noviembre de 2010)


Con las elecciones de mitad de periodo por acabarse y una inminente y feroz derrota de los demócratas para el Congreso y el Senado, el Señor Obama seguramente está intentando descifrar su estrategia para gobernar en los siguientes dos años; dos años terribles para un presidente con un popularidad a la baja, bien al baja, y un Congreso dispuesto a quitarle hasta el escritorio de su oficina. El abrumador fracaso de las elecciones para los demócratas no es gratuito. La percepción del estadounidense medio es que no había empleo y que, dos años después, todavía no hay. La percepción del estadounidense medio, errada a mi criterio, es que el nuevo plan de salud aprobado por esta administración le dará cierto aire soviético pre-caída muro del Berlín al sistema de salud. La percepción del estadounidense medio, y la del mundo, es también la de un presidente distante, frio, arrogante. ¿Dónde quedó el Obama candidato? ¿Se habrá tomado muy a pecho lo que alguna vez dijo la ex súper estrella demócrata y ex gobernador de Nueva York, Mario Cuomo: “Hacemos campaña en poesía, gobernamos en prosa”?
Y frente a la avalancha política que se le viene encima al Presidente Obama nosotros nos preguntaremos: ¿y qué? Resulta que, pese a cualquier intento desesperado de mostrarnos anti-Estados Unidos o buscar ampliar nuestras relaciones diplomáticas hacia países que se han mostrado poco afines a estos, nuestro principal mercado sigue estando en los Estados Unidos. No solo eso, sino que además los Estados Unidos siguen manejando muchas de las organizaciones internacionales a los cuales pertenecemos y de los cuales somos prestatarios. Por lo tanto, un desplome en la economía norteamericana supondría un desplome en nuestras exportaciones y un cambio de política en el Congreso de los EEUU supondría un cambio de política en varios organismos internacionales. Más allá de eso, la administración de Obama se ha mostrado, en discurso, abierta a cambiar las relaciones Estados Unidos – América Latina y, en obras, ha mostrado cierta simpatía por el votante hispano. Esto en un país cuya política migratoria en los últimos años ha sido, de la boca del ex presidente Bush, “cero tolerancia”.           
Yo he sido un crítico de la administración de Obama. Su postura en el conflicto iraquí ha sido contraria a su Nobel de la Paz, y su intento por establecer conversaciones de paz entre Israel y Palestina ha sido bochornoso. También que su visión de cambiar la imagen de los Estados Unidos ante la comunidad internacional (con un giño especial hacia América Latina) ha sido un completo fracaso. Pero igualmente veo su política económica como la única salida para evitar el desplome definitivo del mercado estadounidense y lo que algunos perciben como una estalinista socialización y reforma del sistema de salud, yo percibo como una adecuada socialización y reforma del sistema de salud. 
Uno de los mayores inconvenientes de esta desilusión por parte del electorado norteamericano es el fortalecimiento de la imagen de la ex candidata a vicepresidenta, Sarah Palin. Está impresionante mujer es conocida, entre otras cosas, por ser una miembro destacada de la Asociación Nacional del Rifle (aquellos que aseguran que “la armas no matan a la persona, las personas matan a las persona”) y por haber acuñado la frase: “los líderes de nuestra nación están mandado soldados a Irak en un misión que es de Dios”, eliminado por completo cualquier reforma liberal y dejando abierta la puerta para una nueva Guerra Santa. Inconveniente que se presenta poco alentador para cualquier agenda nueva que hubiéramos querido, como América Latina, establecer con los EEUU. Por el momento, más de lo mismo.  

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