viernes, 30 de septiembre de 2011

In memoriam: 30-S

(Artículo publicado en El Telégrafo el 30-S, a un año de lo que nunca se deberá repetir)


Hace un año algo profundamente antidemocrático inició.
A veces, por el afán ideológico de oponernos en los detalles, olvidamos los grandes preceptos. Es un problema de la cotidianidad poco institucionalizada en la que hemos desarrollado nuestra vida política. La cotidianidad de los taurazos, la cotidianidad de los triunviratos, la cotidianidad de los que huyen en helicóptero. Es parte de nuestra cultura política: hacer y deshacer a nuestro antojo. Creer en una democracia que termina en las urnas. Creer en una democracia guiada por los editoriales o por los noticieros de la mañana.
Me extraña oír cómo se movilizaban por la democracia los que ahora son acusados de terrorismo. No creo que sean terroristas, ni que deban ser juzgados como tales; pero tampoco creo que se movilizaban por la democracia. Creo en una sutil mezcla entre ignorancia y miopía idiosincrática. Porque los que ahora pregonan libertad, esa mañana exhortaban a los estudiantes a movilizarse para apoyar el levantamiento policial. Nunca escuché la palabra democracia. Y, además, les proveyeron de buses. Esa es la democracia de los mártires mediatizados.

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